Bañados por nuestra característica luz mediterránea, los espacios en los que trabajamos a menudo se prestan como fabulosos lienzos, a los que dar forma mediante líneas simples y una cromática pulcra.
Entre propuestas decorativas cada vez más jóvenes, adaptadas a los tiempos que corren y al modo de vida que llevamos, encontramos fabulosas piezas de corte simple, aunque sofisticado.
Se trata de elementos superfluos a la vista, aunque desafiantes para un interiorismo, cada vez más implicado en el día a día de quienes habitan nuestros edificios.
El mobiliario, en este sentido, cede el protagonismo a la luz y a los pequeños detalles, entre textiles y otras texturas. Huyendo de lo excéntrico, las zonas de encuentro y ocio dejan paso a piezas mucho más sutiles, preparadas para ofrecer el máximo de su potencialidad, sin entorpecer la visión de conjunto.
Entre propuestas decorativas cada vez más jóvenes, adaptadas a los tiempos que corren y al modo de vida que llevamos, encontramos fabulosas piezas de corte simple, aunque sofisticado.
Se trata de elementos superfluos a la vista, aunque desafiantes para un interiorismo, cada vez más implicado en el día a día de quienes habitan nuestros edificios.
El mobiliario, en este sentido, cede el protagonismo a la luz y a los pequeños detalles, entre textiles y otras texturas. Huyendo de lo excéntrico, las zonas de encuentro y ocio dejan paso a piezas mucho más sutiles, preparadas para ofrecer el máximo de su potencialidad, sin entorpecer la visión de conjunto.