Las líneas sobrias, clásicas y refinadas son las claves del purismo en la arquitectura, un movimiento que busca la perfección técnica y que tiene su origen en el siglo XX. Fue en el año 1918 cuando el arquitecto Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier, y el pintor Amédée Ozenfant establecieron las bases teóricas del purismo en su libro Après le Cubisme (Después del cubismo).
A través del manifiesto Après le Cubisme, Ozenfant y Le Corbusier dejaron de manifiesto que "uno de los mayores placeres del espíritu humano es el de percibir el orden de la naturaleza y sopesar su propia participación en el orden de las cosas; la obra de arte nos parece que es un trabajo de puesta en orden, una obra maestra del orden humano... Resumiendo, una obra de arte debe provocar una sensación de orden matemático y los medios para provocar este orden deben buscarse entre los medios universales".
A través del manifiesto Après le Cubisme, Ozenfant y Le Corbusier dejaron de manifiesto que "uno de los mayores placeres del espíritu humano es el de percibir el orden de la naturaleza y sopesar su propia participación en el orden de las cosas; la obra de arte nos parece que es un trabajo de puesta en orden, una obra maestra del orden humano... Resumiendo, una obra de arte debe provocar una sensación de orden matemático y los medios para provocar este orden deben buscarse entre los medios universales".